¿Por qué, por qué tiene que desaparecer Día Siete?, me preguntó una amiga, muy compungida; una lectora convencida de la revista.
Le respondí: porque tú ya no estás comprando periódicos impresos. Porque yo no compro periódicos impresos.
“Tú y yo –le dije–, estamos encantados con nuestros celulares, con nuestras iPads y las compus de nuestras casas. Estamos felices con Facebook, con Twitter y con la posibilidad de tener al instante New York Times, The Guardian o The Economist como no lo tuvieron nuestros padres”.
Y sí, estamos encantados. Y poco a poco, en México y en el mundo, abandonamos el papel periódico. Ya casi ni se le ve en los mercados. Ya ni siquiera me encuentro periódicos en cucuruchos para el kilo de tomates.
Éste y otros motivos llevaron a que los socios de Día Siete decidieran dejar de circular la revista. Once años de llevar cultura de norte a sur por la República Mexicana. Decenas y decenas de periodistas tuvieron empleo gracias a este proyecto. Decenas y decenas de fotógrafos, escritores, ilustradores, editores independientes nos permitieron llevar a este país una visión fresca del acontecer.
Calculo que imprimimos 150 millones de ejemplares en estos años. ¡150 millones! Casi 1.5 por cada mexicano. Imagínense el impacto que tuvo este esfuerzo. Puf. Brutal. Yo sólo tengo agradecimiento para con los socios que confiaron en nosotros; agradecimiento con Jorge Zepeda Patterson, mi amigo, quien me invitó a diseñar, lanzar y dirigir este proyecto que ahora, después de muchas glorias y sueños alcanzados, dice adiós.
El grupo de periodistas, incluso todo el personal de Día Siete nos mantenemos unidos para varios proyectos. Faltaba más. O qué, ¿pensaban que nos iríamos a nuestras casas a rascarnos el trasero? Ahora todo el talento, todo el esfuerzo, todo el empuje de este grupo de amigos y colaboradores será para dos o tres proyectos que tenemos entre manos. Uno de ellos, quizá el más importante, es SinEmbargo.MX. Su crecimiento exponencial en sólo seis meses nos confirma que el país quiere más que esa oferta que hay en Internet. Más. Métanse a Alexa.com y vean cómo ha crecido SinEmbargo.MX. Nos sentimos orgullosos. No vamos a defraudar esa confianza, créanlo.
Yo les diría, amigos lectores: Denle una buena oportunidad a SinEmbargo.MX. Que se rebose de usuarios para que sirva de contrapeso a los gigantes online que acaparan lectores y que, por lo tanto, pueden manipular información a favor de un partido, de una empresa, de un gobierno, de un puñado de políticos corruptos, de un monopolio y de quien pague mejor.
No digo que lo hagan; digo que podemos evitarlo, si le damos oportunidad a los proyectos alternativos.
Es más: Denle oportunidad a los otros proyectos independientes que están por allí. Visiten a diario, para informarse, no sólo SinEmbargo.MX sino reporteindigo.com, de Ramón Alberto Garza; animalpolitico.com, de Daniel Moreno; adnpolitico.com, de Expansión, con Rosana Fuentes-Berain. Recomendaría otros pero no me atrevo; sospecho de la honestidad de quienes los dirigen. Pero allí están esas cuatro opciones. Vamos a apoyarlas. Ustedes pueden evitar los monopolios de la información. Ustedes pueden castigar y premiar el buen periodismo. Háganlo. Participen de la democratización de los medios. Hagan suya la gran herramienta que tienen en sus manos y decidan por más.
Mmmh: Día Siete. Once años y casi 600 ediciones. Puf.
¿Me da tristeza Día Siete? Sí. Y no. Hicimos cuanto pudimos. Ayudamos a miles a entender muchas cosas. Y llegamos felices al final.
En casa de Jorge Zepeda nos reunimos una noche Fernanda Solórzano y yo para afinar los últimos detalles del lanzamiento de Día Siete. Recuerdo cuánta emoción teníamos ella y yo. Estábamos felices. Pero ni siquiera teníamos idea de lo que estábamos fundando. 150 millones de ejemplares después puedo decir que todavía no digiero lo que hicimos.
Si en estos momentos me dijeran “hagamos un nuevo Día Siete” me reiría. Les desearía mucha suerte pero me haría a un lado. A un lado, así como lo leen. No sólo porque hay experiencias irrepetibles sino porque la misma inercia que ya acabó con la revista (ese conjunto de factores, los que sean) acabará con el proyecto que intente sustituirla. Es inevitable. Quienes creen que tienen control sobre todas las variables se equivocan. No tienen un carajo. No tenemos un carajo.
Contento, animado, lleno de energía y con las fuerzas de un toro, me queda despedirme y decirles que aquí estoy, que aquí estamos.
Vengan. Acompáñenos. Esto que se va a poner bueno.
Por lo regular no defraudamos.
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