El hombre del momento es Eruviel Ávila Villegas. El domingo 27 de marzo se registró formalmente como precandidato a la gubernatura del PRI en el Estado de México flanqueado por el hombre que Enrique Peña Nieto quería en ese lugar: Alfredo del Mazo. Es probable que Eruviel haya vencido al actual gobernador y casi seguro candidato a la presidencia en el 2012; simplemente pudo torcerle la mano coqueteando con la posibilidad de ir por la alianza PRD-PAN de 2011 por esa entidad. Pero en un PRI tan disciplinado como el de hoy, también es muy probable que siempre estuviera en los planes.
No me llama la atención esto último. La política me da asco. Considero a los partidos políticos uno de los grandes males de México. El PANAL es un monstruo hediondo, nacido y crecido en los lodazales del sistema político mexicano: Elba Esther Gordillo debería estar en prisión; pero como ha servido y sirve tanto al PRI como a Felipe Calderón, maneja enormes partidas presupuestarias que usa para alterar tendencias del voto al mejor postor. El PRD es una vergüenza para cualquier pensamiento progresista y de izquierdas. El regreso del PRI es una bofetada para la incipiente vocación democrática de los mexicanos. El Partido Verde es lo que ahora es el PANAL: un partido de inmorales y corsarios con habilidades de tienda de raya. El PAN es lo que es, y ya; quien esperara algo más de una fuerza reaccionaria está pagando el desencanto. Lo malo es que nos hizo pagar a los otros. Ni modo. Eso es, dicen, “la democracia”.
Lo que me llamó la atención fue el slogan con el que Eruviel Ávila se registró: “Decididos a ganar”. Puff. La cobertura que recibió este acto político y nadie se fijó en el significado de su lema. Decididos a ganar es eso: que harán lo que se necesite con tal de ganar. Porque su gran aspiración es esa: ganar. Y ganar a como dé lugar, como se ha vuelto una costumbre; como ganó Vicente Fox en 2000 (con “votos útiles” que resultaron tan inútiles como el guanajuatense mismo), o como “ganó” Felipe Calderón en 2006 –porque yo no estoy tan seguro de que ganara–: a punta de campañas de lodo y odio.
Decididos a ganar es decididos a ganar. Servir a los mexiquenses puede esperar.
El slogan condensa los grandes males de la política mexicana: Lo de los partidos es alcanzar el triunfo, no servir a los ciudadanos. El poder por el poder; para mantener camarillas con dinero público, para garantizar su enriquecimiento y el control sobre los demás.
Eruviel Ávila Villegas está decidido a ganar. No importa si debe hacer pacto con el diablo: su cometido es ganar. No importa que cientos de mujeres son asesinadas en su estado: su cometido es ganar. ¿Y qué, si millones de mexiquenses están en la miseria? El objetivo es ganar.
Eso es la política mexicana: mezquindad, oportunismo, falta de voluntad de servicio. Cada quién que haga lo que quiera, diríamos los ciudadanos. Sólo que hay un pequeño detalle: este lodazal, llamado de manera rimbombante “sistema político mexicano”, se alimenta con el dinero de todos nosotros. Esta caterva de inmorales vive de nosotros.
Debería darles vergüenza. Debería darnos, a todos, mucha vergüenza.
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